Y de la Astorga adolescente, al botellón incoherente

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Y la triste segunda parte de todo esto llega ahora, de domingo resacoso y maloliente, de domingo sucio, de domingo, para que nos vamos a engañar, un poco triste.

Recordaba hace unos días junto a cientos de ustedes lo que eran esos veranos de antaño, veranos de pipas en La Culebra y polos de limón en el Aljibe, veranos de miradas furtivas, de juegos, de manos cogidas. Veranos de otra época y, como dice Loquillo, corte moral.

Y no con todos estos adjetivos quiero dar a entender que hace 15 años no supiéramos lo que era una botella de whisky, o de vodka o de ron. Ni siquiera voy a ocultar que en aquellos años ya sabíamos qué era un botellón, y que a todos se nos fue la mano con la bebida en una, dos, tres, o veinte veces…pero no era lo mismo. El alcohol era una parte de la fiesta, una parte importante no lo niego, pero nunca fue el todo, no a cualquier precio, no a costa de convertir la ciudad en un estercolero. Antes éramos, ahora simplemente están.

Las imágenes que les muestro a continuación no eran, ni estaban. Porque en una sociedad donde a los más jóvenes se les ha impartido educación para la ciudadanía hay menos ciudadanos que nunca, en una sociedad que ha recibido clases sobre el medio natural y el cuidado medio ambiental hay menos respeto que nunca.

A estas alturas de la película muchos de ellos, de ustedes adolescentes si están leyendo esto, tendrán la ametralladora preparada para hablar del precio de las bebidas en los bares, absolutamente disparado y disparatado, de que ya no hay dinero para tomarse unas copas de pub en pub, de que la calle en verano, es lo más divertido, lo más económico. Pero yo no hablo de nada de esto, yo solo hablo de respeto, de un poco de conciencia.

Saldrán, quizás, los políticos con estas fotos en la mano. Y dirán que faltaba vigilancia, o simplemente más contenedores en los puntos clave de estas reuniones alcohólicas… pero el asunto en más hondo, más profundo. Es un tema de base, de educación, de respeto.

Esta es mi querida Astorga tras una noche larga, una noche de plazas llenas y pubs vacíos. Un panorama matutino que jamás vi hasta hace unos años, no demasiados, algo que espero dejar de ver alguna vez. Y que las papeleras vuelvan a rebosar en la muralla, y que nunca más estén vacías, con toda la mierda en frente.

Y como por pedir que no quede, quiero que en la Noche Larga se vuelva a llenar 'El correos' de chocolate con churros y sopas de ajo, quiero que Toño me venda el Marca para leerlo a las nueve de la mañana en un banco de Obispo Alcolea, quiero ver a los jóvenes volver a quedar con sus padres a las tres de la madrugada para el control rutinario, ese que con cierto mareo lograbas solventar, quiero volver a escuchar las risas más que el tintineo de las botellas chocar, quiero ver jugar al palillo (ese que pasabas ardiendo al de al lado), quiero ver tirar la moneda en la calle La Cruz, o en la plaza de los juzgados… quiero ver la ilusión de los chavales en los ojos porque ese era el único día del año que no tenías (o casi) hora de llegada a casa… que cambien el nombre, ahora por desgracia todas las noches son igual de largas, igual de extrañas.
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